Summary: Interview with Kevin B. Anderson on the intersectional dimensions of Marx’s writings, as explored further in “Marx en los Márgens” – Editors
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¿Era Marx un pensador interseccional? Esta es la provocativa hipótesis de Kevin Anderson, cuyo libro, Marx en los Márgenes, acaba de ser publicado en castellano por Verso Libros. El libro recorre las posiciones anticoloniales de Marx sobre India y China, los escritos periodísticos sobre la guerra civil norteamericana, sus reflexiones sobre la emancipación de Polonia e Irlanda, así como la actividad práctica de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) en apoyo a estas causas.
En el que será su próximo libro, Kevin Anderson revaloriza los escritos del “último Marx”. Como otros autores, se basa en el estudio de los cuadernos que fueron encontrados en la casa de Marx en Londres. En particular, los agrupados bajo la rúbrica de “Cuadernos etnológicos”. En estos, destaca el interés de Marx por el estudio de sociedades precapitalistas y no occidentales como Rusia, India, Indonesia, Argelia y América Latina.
En el Prefacio que Anderson escribió para la edición española de Marx en los márgenes, señala que su objetivo es “ayudar a las nuevas generaciones a descubrir la multidimensionalidad de Marx”. Para “que quienes luchan contra las formas modernas de opresión dialoguen con la obra marxista en su conjunto, incluida su crítica fundacional del capital y la clase”. En este sentido, contribuye a “desacreditar la idea de que Marx era un pensador eurocéntrico atrapado en los estrechos marcos teóricos de su época (mediados del siglo XIX) y por ende incapaz de abordar temas contemporáneos como el colonialismo, la raza o el género.”
Por su recuperación de las posiciones de Marx sobre la cuestión racial, la opresión nacional, el género y la cuestión colonial, el libro de Anderson es un gran aporte para los debates actuales. Aunque las conclusiones que el autor propone de su lectura del “último Marx” son más debatibles, es una lectura imprescindible para quien se interese por estos temas.
Kevin B. Anderson (1948) es profesor en el Departamento de Sociología en la Universidad de California, Santa Barbara. Tuve el gusto de conversar con él en Madrid, café de por medio, antes de la presentación de su libro, en el mes de abril.
¿Qué me puede contar del nuevo libro que está escribiendo?
Bueno, aun no tengo el título exacto, algo aproximado podría ser: “Los caminos revolucionarios del último Marx”.
Vaya, qué interesante.
Es muy interesante porque, en mi opinión, su investigación no trata acerca de los orígenes de la humanidad. No trata de duplicar a Rousseau, sino de encontrar nuevos caminos para la revolución.
Desde hace unos años, hay un nuevo impulso en los estudios sobre el Marx tardío. Resulta muy sugerente analizar sus cuadernos, porque aportan otro punto de vista sobre su obra. ¿Cuáles son los debates más importantes sobre el tema?
Tenemos tres grandes puntos de vista sobre este período. Y esto se remonta en realidad cuarenta años atrás porque hubo una discusión preliminar alrededor de los años 80. Después se publicó un libro de Teodor Shanin, Late Marx and the Russian Road. [El último Marx y el camino ruso]. Lawrence Krader publicó los Cuadernos etnológicos. Y mi mentora, Raya Dunayevskaya, publicó Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución.
La primera posición sostenía que el último Marx estaba muy bien, pero no era realmente tan nuevo. Aportaría más bien una clarificación sobre algunas cuestiones. El segundo punto de vista, en cambio, ve al Marx tardío como una ruptura. Un Marx más allá de El Capital, incluso más allá del materialismo histórico. Y luego, el tercer punto de vista, que es el de Raya Duyanevskaya, es que hay una evolución en Marx. Que hay muchas ideas nuevas desarrolladas entre 1870 y 1880. Pero que también hay mucha continuidad. Es una evolución, no una ruptura. No una ruptura epistemológica.
Me gustaría ahora conversar sobre su libro Marx en los márgenes que por primera vez se publica en castellano. Muchos críticos postcoloniales dicen que Marx era eurocéntrico o que el marxismo ha sido siempre “ciego” al racismo, al género o a la cuestión colonial. El libro de Edward Said, Orientalismo, marcó una línea en ese sentido. Su libro me gusta porque muestra que este tipo de críticas no tienen sustento. ¿Lo puede comentar?
Bueno, ese tipo de ideas decoloniales probablemente llegaron primero a los Estados Unidos. Quiero decir, allí es donde Edward Said estaba escribiendo. Así que este era un tema muy importante. Yo conocía estos últimos escritos de Marx. El libro se suponía que iba a ser sobre los últimos escritos, donde Marx cambia más radicalmente y se interesa mucho más en el estudio de África, América Latina, Rusia, la India. Yo pensaba escribir un breve capítulo hablando del primer Marx. Pero se hizo más y más largo, porque allí hay muchas controversias, como lo muestran las posiciones de Edward Said.
También están quienes dicen que Marx nunca escribió nada sobre la cuestión nacional…
Sí, ese es otro tipo de crítica. Y después, quienes plantean que Marx nunca escribió nada sobre género. Trato algo sobre el género en mi libro. Pero Heather Brown, que trabaja conmigo, escribió un libro sobre el tema: Marx on Gender and the Family [Marx sobre género y la familia].
Lo conozco, muy buen libro.
Ambos tratamos de mostrar que, si miras el conjunto de los escritos de Marx, se encuentran una gran cantidad de discusiones sobre estos temas.
Sí, hay que leer a Marx, algo que no todos sus críticos hacen.
Y la conclusión del libro no es que Marx fuera un poscolonial avant la lettre. La conclusión es que Marx tenía una especie de interseccionalidad, pero que incluía el capitalismo y el trabajo. Él nunca dejó de hablar sobre la clase obrera. Mientras que gran parte de la discusión interseccional es acerca de la raza, el género, cuestiones LGBTQ, pero no discuten sobre el capitalismo y la clase. En cambio, Marx fue capaz de conectar todo eso.
Cuando Marx discutía sobre Irlanda estaba hablando de esas conexiones: se refería al racismo de la clase obrera inglesa, y al poder que eso le otorgaba al imperialismo británico.
Exactamente. Los escritos sobre Irlanda son de alrededor de 1870. Ahí es donde Marx dice que la actitud de los británicos hacia los irlandeses es similar a la de los blancos pobres de América hacia los negros esclavos. Y acabo de descubrir, esto estará en mi nuevo libro, que también dice eso sobre la antigua Roma. Acerca del proletariado, el proletariado libre en Roma. Dice que actuaban como los blancos pobres cuando pensaban en los esclavos.
Así que usamos esta analogía para Irlanda y Gran Bretaña y también para el proletariado romano, tratando de explicar por qué ellos nunca pudieron tener un movimiento unificado de los esclavos y los plebeyos en la antigua Roma.
Otra cuestión importante es el impacto que tiene la guerra civil norteamericana en Marx y Engels. Ellos escriben mucho sobre estos acontecimientos, pero es un tema casi desconocido para muchos, ¿no?
Marx dijo que la guerra civil era una segunda revolución americana. Allí hubo casi un millón de personas heridas o muertas. Y si la definimos como una revolución, entonces tenemos que decir que fue la mayor revolución que Marx experimentó, porque la de 1848 fue grande, pero fue derrotada. En cambio, la guerra civil fue una victoria parcial. La Comuna de París fue muy importante para Marx, pero también fue una derrota. Así que la guerra civil fue muy importante.
Creo que en Estados Unidos nunca ha habido suficiente discusión teórica sobre Marx, así que no hemos discutido lo suficiente sobre este tema. Los marxistas fuera de los Estados Unidos tampoco lo discutieron lo suficiente. En los últimos dos o tres años, algunos marxistas italianos están escribiendo sobre esto. Y hay un intelectual en los Estados Unidos, August Nimtz, que está escribiendo un gran libro sobre Marx y la guerra civil que será publicado dentro de poco.
En Estados Unidos, en comparación con Haití, los esclavos no tuvieron tantos levantamientos o revueltas. Tuvieron algunas. Pero la mayoría de los esclavos escapaban y luego iban a luchar en el ejército del Norte, como soldados revolucionarios.
Este es el mismo período en que se forma el primer sindicato nacional en los Estados Unidos, en 1866. Marx señala esto en El Capital, luchaban por la jornada de ocho horas. Los funcionarios públicos consiguieron la jornada de ocho horas alrededor de 1870 en Estados Unidos, nadie tenía eso en aquel momento. Marx dice en la introducción a El Capital en 1867 que grandes acontecimientos revolucionarios están sucediendo en los Estados Unidos, y que la cuestión de la propiedad de la tierra estaba en la agenda. De lo que está hablando es que un ala izquierda quería dividir la tierra de las plantaciones y dar tierra a los negros libres. En el Sur, querían dividir la tierra y darles “40 acres y una mula”, como se decía entonces. La propuesta fracasó. Pero, si eso hubiera pasado, la guerra civil se habría convertido en una verdadera revolución, en el sentido de una revolución económica, un tipo más profundo de revolución económica. Es una de esas oportunidades perdidas en la historia, ¿sabes?
Usted señala en su libro que en aquellos años hay un cambio importante en Marx, que empezó a prestar más atención al mundo colonial. ¿Por qué se vuelve esto significativo en su pensamiento?
Hay varios motivos. El ala izquierda de la guerra civil no fue capaz de lograr su objetivo, por lo que aquella empieza a tomar un rumbo más conservador hacia 1875. Y en Francia estuvo la Comuna de París, pero fue derrotada. En Gran Bretaña estaba la Asociación Internacional de Trabajadores, que también es derrotada. Y el levantamiento irlandés. Así que Marx está mirando a Rusia y también a la India y a otras sociedades.
¿Por qué mira a Rusia? Se sorprende cuando los rusos traducen El Capital y lo publican, porque Rusia no tenía clase obrera. Marx esperaba que los ingleses o los franceses lo tradujeran, pero los rusos fueron los primeros. [La primera iniciativa para su traducción data de 1868]. Marx se entusiasma mucho, empieza a aprender ruso y entra en contacto con los revolucionarios de ese país. Por lo tanto, en los últimos diez años de su vida, piensa que la revolución europea va a empezar en Rusia. Está mirando el sistema agrícola y comunal de la tierra en Rusia. Pero después empieza a investigar todas esas otras áreas del mundo que tienen elementos similares. En Rusia, por ejemplo, no hay preponderancia de las mujeres. Las aldeas comunales rusas son bastante patriarcales. Pero en algunas otras partes del mundo, hay una preeminencia de las mujeres y él se interesa mucho en eso.
En sus cuadernos, queda claro que Marx estaba estudiando todos esos temas. De hecho, algunas de sus anotaciones fueron la base que después retoma Engels cuando publica su libro sobre la familia y las relaciones de parentesco en la historia.
Claro. Y sabemos que escribió sobre los pueblos indígenas de América del Norte, pero también sobre los irlandeses. Antes de que llegaran los británicos, las mujeres tenían mucho poder en Irlanda, y la antigua ley irlandesa era mucho más igualitaria hacia las mujeres. También escribe sobre la India. Así que está mirando diferentes partes del mundo y encontrando estos elementos de comunismo indígena, aldeas comunales, movimientos de mujeres, mayor igualdad de las mujeres. Creo que él está mirando todas estas cosas porque el movimiento de la clase obrera en Europa Occidental estaba más débil. Así que estaba tratando de pensar: ¿dónde están sucediendo otros movimientos revolucionarios en el mundo?
Engels, después de la muerte de Marx, escribe sobre la posibilidad de revoluciones anticoloniales. Piensa que estas serán un punto de apoyo importante para la revolución en Europa.
Si, pero creo que Engels no pone tanto énfasis en el tema de la comuna, el comunismo indígena. Engels escribe una carta a Kautsky sobre Java, Indonesia, y habla de la propiedad comunal, pero no cree que tenga posibilidades revolucionarias. Marx pensaba no sólo que Rusia tendría una revolución porque era un estado despótico, tenía muchos movimientos democráticos y movimientos estudiantiles. Pensaba que había una forma comunal en la aldea rusa que tenía alguna relación con el comunismo del proletariado occidental. Y pensaba incluso lo mismo de Argelia, porque estudió el norte de África, habló de las comunas en las aldeas norteafricanas y lo comparó un poco con la Comuna de París.
Para terminar, lo traigo de nuevo al presente. Como profesor en la Universidad de California, ¿cómo ve el importante movimiento de apoyo Palestina que hay actualmente en los campus?
En mi universidad, teníamos un centro de estudios multicultural y los estudiantes pusieron carteles sobre Gaza. Y entonces las autoridades se enojaron mucho y cerraron el centro. Se trataba de un centro oficial de la universidad, del que estaban orgullosos. Ahora están investigando a los estudiantes, puede que intenten expulsar a algunos de ellos. Pero los estudiantes, e incluso los profesores de áreas como sociología, no nos sentimos intimidados por esta gente. No nos van a silenciar. Los estudiantes llevan máscaras para taparse la cara cuando van a las manifestaciones porque, con el nuevo macartismo, hacen una fotografía y luego intentan encontrar el nombre y lo ponen en Google. Así que, si solicitas un trabajo, estás en esa lista. Te llaman “terrorista antisemita”.
Me recuerda a cuando era joven, con la guerra de Vietnam. Porque todos los liberales seguían apoyando la guerra, como Lyndon Johnson. A los jóvenes intentaron arrestarnos e intimidarnos. Pero había una cuestión moral que estaba muy clara.
Hoy en la televisión todos los días ves el genocidio. Y los jóvenes, la mayoría de ellos, están indignados. Creo que no solo está causando una “conciencia de oposición”, que se expresó con Bernie Sanders. La actitud es más revolucionaria que hace un año o dos atrás. Incluso, Bernie Sanders no pidió un alto el fuego. Esto es muy revelador.
La gente más joven que conozco, antes, cuando yo nombraba a Lenin, era como: ¡oh, eso es antiguo! Pero ahora hay cierta atracción por Lenin, Luxemburgo o Trotsky, por un pensamiento verdaderamente revolucionario, porque esto ha desenmascarado a los liberales y a los socialdemócratas.
¡Eso es muy bueno!
Claro, no estoy hablando de millones de personas, sino de miles. Decenas de miles de jóvenes que estaban trabajando antes para Sanders, que van a las manifestaciones y como resultado de esto se están moviendo más a la izquierda. Y están muy enojados.
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